¿Dónde está el deporte?

Jueves 30 noviembre. El día después de una jornada poco relevante de Copa del Rey. Las palabras clave de los diez primeros minutos de programa de Jugones: “Increpando rivales. Sigue haciendo política. Saludos nazis. Radicales. Desalojados por miembros de seguridad. Simbología ultra. Pitos. Despide grupo seguidores. Saludos fascistas. Malestar. Miembro seguridad. No sabe qué hacer. Llama la atención. No hace nada. Petos amarillos. Echan a empujones. Dejar clara su tendencia política. Gestos fascistas. Expulsados. Alguno les molesta. Ultras radicales. Expulsados. Desalojados. Símbolos. Orquestados y dirigidos. Delitos extrema gravedad. Muchos encarcelados. Prohibida la entrada al campo. Pintadas. Amenazas. Agresiones. Linterna de los móviles encendidas. Cánticos de libertad. No se libró de la política. Cánticos. Luz del móvil. Reivindicación. Otra manifestación política. Conflicto catalán. Bandera española. Estelada. Increpando. Gritar en la cara. Empujarle. Fuera de sí. Agarra del cuello. Se encara con él cara a cara. Ese gesto. Terminar reprimenda. Mano en la boca. Tocarle el pecho. Pierde el control. Acorralado. Enloquece”.

Esta es la constelación de palabras de los titulares y las tres primeras noticias de un programa que, presuntamente, era de deportes. Pero se ha acabado convirtiendo en un espacio de conflictos, donde cualquier acontecimiento político sirve como excusa para relacionarlo con el deporte. Más que hablar de enfrentamientos futbolísticos o de competiciones se ha convertido en un espacio para librar una batalla ideológica de manera tóxica y sesgada.

El morbo de la violencia y la estigmatización de situaciones políticas son el auténtico caldo de cultivo para impulsar el programa. Se priorizan las ideas al deporte. Tiene más importancia el lazo amarillo de Guardiola que la victoria de su equipo. Tienen más importancia las banderas de la grada que lo que sucedió en el campo. Profundizan más en cualquier altercado de ultras que en los jugadores. Nos venden que España es un país interesado por el deporte, pero lo cierto es que cada vez más espacios deportivos se centran en los conflictos violentos o las batallas ideológicas para captar audiencia.

Qué pereza

Después del partido del Manchester City, Jugones salió a preguntar a sus aficionados si sabían qué significaba el lazo amarillo que lleva Guardiola en la solapa. Pedrerol, con cierta burla, evidenciaba que la mayoría de los seguidores del City no tenían ni idea del mensaje. Menuda noticia. Lo importante es que los de Jugones sí lo saben y a pesar de que intentan estigmatizarlo, se encargan, día a día, de darle repercusión o de crear curiosidad acerca de él. Todo sirve.

 

FUENTE: 

Mònica Planas
Mònica Planas – PERIODISTA

 

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