El Barcelona maravilló en la primera mitad. Respondió con brillantez a todas las críticas recibidas por la falta de espectáculo en estas primeras semanas de competición. Messi aparte, la clave estuvo en la presencia de Iniesta. El capitán dio un auténtico recital. Fue la clave para que el balón corriera a una velocidad endiablada y los hombres de Valverde tuvieran un sinfín de oportunidades. Movió con gran rapidez el balón, dio un par de pases largos excelentes y hasta buscó el disparo desde lejos con la zurda. Iniesta fue el motor que necesita el equipo, pero en el análisis sería injusto olvidarse de Busquets y Rakitic, excelente también en el partido de ayer. A lo largo de la temporada, no se han visto 45 minutos tan completos como los de ayer. Y esto sin Iniesta hoy por hoy es impensable. André Gomes y Denis no han dado el paso adelante para ser alternativa al capitán.
El Barcelona cambió radicalmente en la segunda mitad, una de las claves fue el estado físico de Iniesta que llevaba más de una semana de baja. Su bajón hizo que el Sevilla se apoderase del centro del campo. Sin Iniesta, el equipo ya fue el mismo de jornadas anteriores. Muy aburrido y resultadista. Tuvo la suerte de empatar rápido al gol de Pizarro, pero el conjunto azulgrana ya no fue el de la primera mitad en el resto del partido.