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Lionel Messi al servicio del Barcelona, capitán y asistente

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No hace falta que pasen los años para reconocer lo afortunados que somos todos los que hemos visto crecer a Leo Messi. Todos aquellos que empezaron a prestar atención a esto del balompié en la década que acaba de terminar se perdieron sus inicios, nosotros lo hemos visto desde su debut. Aquel menudo melenudo, y perdonen por la homofonía, nos cautivó desde el primer día. Zurdito que se ofrecía, regateaba y no se escondía. Tenía un pero, quería gustar tanto que se encantaba de más y le sobraba el último regate… o le faltaba el último pase.

Messi creció y se convirtió en el líder del Barcelona. El argentino se transformó en el rey, pero el trono estaba en guerra. Al igual que en tiempos de Austrias y Borbones, todo fue alrededor de dos figuras: el argentino y Cristiano Ronaldo. Cada partido era una batalla nueva, algo por mejorar. Si uno metía tres tantos, el otro metía cuatro; si uno marcaba un gol bonito, el otro parecía Maradona… Fueron unos años espectaculares. Messi maduró y se convirtió en el mejor jugador del mundo para muchos. Esta época trajo otro pero, la Pulga necesitaba marcar en todos los partidos para seguir en pie de guerra. El balón que recibía no era para entregarlo a un compañero, sino para impulsarlo a la red. En caso de pasarla, buscaba la pared para obtener espacio y ensayar el disparo. Los dos pecaron de tener demasiado el esférico y disparar todavía más.

Tras la guerra llegó la Messidependencia. El Barcelona era Lionel Messi, sin él no ganaban ni jugaban a nada. Los culés necesitaban de sus goles para poder triunfar. No se arrugó y tomó las riendas, cuando el partido se atascaba sus compañeros le buscaban y él materializaba. Es cierto que en esta época empezó un Messi más pasador, pero a la hora de la verdad, seguía siendo el definidor, todo dependía de su disparo.

Algo ha cambiado esta temporada. El Barcelona está viviendo uno de sus peores años en este siglo y Messi no está ni en el top 10 de la lucha por la Bota de Oro. No ha bajado su nivel, no se equivoquen. Lo que ha cambiado al argentino es el brazalete de capitán. Ahora el argentino es el todo blaugrana, se baja del área no para intentar la jugada personal o tirar el desmarque, sino para ofrecer calma y buscar el espacio. Ahora Messi juega para hacer brillar a sus compañeros. Leo es el 10 de la visión, el espacio y el toque.

Frente al Betis dio tres asistencias de gol que sirvieron a los suyos para conseguir la victoria en el Benito Villamarín. Fue el final de una semana de cambio. Messi no solo pasó, sino que se implicó y habló. Lo hizo a través de Instagram y cargó contra Abidal después de que este acusara a los jugadores de hacer la cama a Valverde.

El nuevo Messi, ojalá no sea el último.

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