Los más pesimistas pensarán que el Barça ya está fuera de la Champions. Es bastante probable. Los optimistas, creerán que necesita un milagro. Error. El Barça no necesita un milagro. Un milagro funciona un día, es una cosa puntual. Lo que necesita el Barça es volver a ser el Barça. La pelota, el toque y el tal. Ya saben, todo aquello…
Luis Enrique se ha ido alejando de lo que se ha dado en llamar «el estilo». Lo ha ido desnaturalizando en virtud de un plan de juego que no termina de estar claro y que Messi maquilla con su descomunal talento. La cosa funciona en ese puñado de partidos de estar por casa que el Barça tiene que jugar en Liga, Copa y fase de clasificación europea. Nada que Messi no pueda arreglar estornudando en la dirección adecuada.
El problema llega cuando el Barça se enfrenta a sus iguales -Real Madrid y Atlético, en España; PSG en la Champions-. Entonces se echa de menos lo genuino, lo mollar: el estilo. Como Luis Enrique no ha trabajado el equipo en esa dirección, cada vez cuesta más volver a los viejos hábitos. El plan actual (¿André Gómes?) está muy alejado de los postulados de siempre.
Antes, el espectador, incluso el aficionado que no es del Barça, se sentaba a ver lo distinto que ofrecía aquel equipo, el sello único de una forma de jugar muy singular. Hoy, los que no son del Barça se relamen con palizas como la de anoche. Y el que lo es, se ha convertido en un nostálgico.
Durante las próximas tres semanas, vamos a bombardear y a ser bombardeados con términos como «milagro», «proeza», «machada» o similares. Puede que incluso el Barça llegara a eliminar al PSG con tres barbaridades de Messi, dos de Suárez y una de Neymar. Pero acabado el partido, volvería a tener el mismo problema de hoy: carece de estilo. Ese palabro que Luis Enrique confunde con hacer el pino. Si, efectivamente, el Barça hubiera hecho el pino en el Parque de los Príncipes, habría ganado el partido. Como siempre. Como antes.