Desde Benítez al abnegado soldado raso Arbeloa, pasando por el eficiente Butragueño, hasta lo más florido de la claca mediática de Florentino, todos han seguido minuciosamente desde la noche de autos la consigna marcada a hierro y fuego por el presidente: al Madrid nadie le avisó y, por lo tanto, la responsabilidad es de la Federación y de una normativa confusa. Apelación, como se esperaba, volvió a confirmar la expulsión del Real Madrid en la Copa por la alineación indebida de Cheryshev pero el Madrid seguió cumpliendo inexorablemente los pasos previstos de su huida hacia adelante y ayer mismo presentó recurso al Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) en busca de que algún peregrino argumento le dé la razón.
Es altamente inquietante para la pureza del fútbol, de su reglamento y de la propia Copa que voces no asimiladas al calorcito de Pérez hayan deslizado en las últimas horas que cualquier decisión es posible. Por muy increíble que parezca. Florentino ha presionado, se mueve bien en los despachos y el TAD no está bajo la jurisdicción de la Federación; sus componentes son siete abogados que dictan sentencias al margen a veces de la jurisprudencia deportiva. El empecinamiento y la cerrazón del Madrid llega al punto de que vende entradas para el partido del Bernabéu que estaba previsto para el próximo miércoles.
La concesión de la cautelar supondría que el partido debe jugarse a la espera del fallo definitivo, un embrollo de dimensiones gigantescas que supondría una burla al ya expulsado Osasuna y a los clubs que han cumplido con la normativa vigente de toda la vida. A pesar de que el error administrativo es asumido en público por el entorno del Madrid aunque se discrepa del responsable, según las simpatías, Florentino no va a reconocerlo jamás y se amparará en sus conocidas persecuciones fantasmales si el TAD acaba por dictaminar la eliminación. Hay dos salidas: o el escándalo o el ridículo.
Josep Maria Artells